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19 Yo era como cordero que se lleva al matadero. ¡No tenía idea de que pensaban matarme! «Destruyamos a ese hombre y todas sus palabras—dijeron—, derribémoslo para que su nombre sea olvidado para siempre».

20 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales,
tú juzgas con justicia,
    y examinas los secretos y los pensamientos más profundos.
Déjame ver tu venganza contra ellos,
    porque te he entregado mi causa.

21 Esto dice el Señor acerca de los hombres de Anatot que deseaban mi muerte. Ellos habían dicho: «Te mataremos si no dejas de profetizar en el nombre del Señor».

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